Independiente no podía. No jugaba nada bien y veía peligrar su posibilidad de ascenso.
Pero las camisetas pesan y la historia mucho más. Sonó el silbato de Carlos Maglio, penal, y a otra cosa. El rojo ganó con otra ayudita de los amigos y sigue soñando con volver a la Primera División.
La pregunta que aparece es: ¿Es necesario que a un club grande, histórico en el fútbol argentino, como lo es Independiente, le den ciertas "ayuditas" para alcanzar un objetivo que, tal vez, no merece?. Todos contestarán que no, pero aclararán, también, que un grande tiene que estar en Primera como sea. Y, por lo visto el lunes en Avellaneda, parece que debe ser así.
Sportivo Belgrano de San Francisco llegaba a este partido algo "apretado" por el promedio. Estaban motivados los del "verde" porque, de ganar, escaparían de la zona roja del descenso y jugar contra un grande como visitante no se da todos los días.
Muy peleado el partido; friccionado; y por un error, el local se puso en ventaja sin merecerlo por lo que se mostraba en la cancha. Después de mucho batallar, los cordobeses empatan, pero un remate excelente de Vidal, sobre el final de la primera parte, hace que Independiente se vaya ganancioso a los vestuarios.
Reiniciado el encuentro, Sp. Belgrano logra la igualdad. Desde ese momento vimos a un Independiente apático, con pocas ideas, que no logra desplegar un fútbol efectivo en el campo, y a un conjunto visitante que castigaba cada vez que podía, al punto de poder ganar el encuentro.
Las imágenes que mostraban al DT rojo, De Felippe, eran elocuentes. No se encontraban soluciones ni como poder superar la buena defensa y el manejo de balón propuesto por la visita. El partido se iba y el triunfo no llegaba. Muy difícil sería, después, pasar la línea de Instituto (hoy por hoy el tercer ascendido) y conformar a la gran multitud, que no soportaba ver jugar al equipo de esa manera, si no se lograban los tres puntos contra los cordobeses.
Pero en todo partido de fútbol hay imponderables que solamente sus protagonistas comprenden, y otros momentos en los que aparecen protagonistas inesperados. En este caso, apareció Carlos Maglio.
El "larguirucho" de negro pitó una falta en el área que solo él vio y marcó penal para Independiente. El "rusito" Rodriguez convirtió y a otra cosa. Ganó el de Avellaneda, pero ¿necesitaba ésto que pone un manto de dudas en este campeonato?.
No es la primera vez que pasa en este torneo y a favor del rojo. Es cierto que todo lo que vive institucionalmente no ayuda a que el equipo piense solamente en jugar e intentar hacerlo bien. También es cierto que Omar De Felippe logró ponerlo en carrera cuando las papas quemaban. Pero, para ser justos, Independiente no merece, hoy, un ascenso. Juega mal, no es el de las grandes gestas coperas ni el que se mareaba dando vueltas olímpicas en el medio local. Es, simplemente, un equipo mediocre al que le están dando una mano para volver al lugar del que nunca debió salir.
En un momento fue Pompei, el otro día Maglio, tal vez Lunati en el próximo......¿Quién da estas órdenes?, porque los árbitros se pueden equivocar por ser humanos, como todos nosotros; pero que buenos árbitros se equivoquen tan groseramente, y siempre para el mismo lado, a mí me deja pensando y mucho.
Espero estar equivocado por el bien del fútbol y la credibilidad de quienes arbitran los partidos.
Alfredo Nicolás Armiento
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