En aquella Avellaneda que describió Rodolfo Walsh, existe un lugar a orillas del Riachuelo, donde antes se embarcaba la carne y ahora se yergue imponente la torre de la Shell. Donde se juntaban los mendigos que alguna vez cantó Moris. O tal vez andará por allí el chico de la tapa que cantó Fito Páez y que cargaba una 22 y robaba para vivir. En este lugar con nombre de dársena, viven 35.000 personas que descienden de aquellos que llegaron de diversos países del otro lado del mar y se asentaron en conventillos. Y también se encuentran allí además las Torres, el bar Moncho y claro, el Sportivo Dock Sud.
En ese lugar, el Dock Sud, a orillas del río, surgen de lo profundo de la historia duendes. Duendes que se juntan en el estadio de los Inmigrantes, reducto del Doque. Duendes que evocan glorias pasadas, triunfos y alegrías que nunca se olvidan.
Esos duendes son los de Hernández, Ramón, Auditore, Fazzolari, Parrucci, en los 50. También son los de Luciani, Pereyra, Capello, Moral, Taborda, Dos Santos, Huguenet, en el glorioso 73. O acaso el gran Doque del 84-86 con MOCCIA, RIBEROS, RIERA, VERA, LAMADRID, GRASSO, GROSSO, SOSA, TOLOSA, BALDONEDO.
También se encuentran allí los de Sanagua, Kravetz, Marascio, Teri, Cufone, Ortega, Giménez, Fernández, Forestello, Mazzoni… de los 90. Y también están aquellos hinchas que hoy alientan desde el cielo, y dos nombres los representan: José Schiller y Juan de la barra de la Bota.
Todos esos duendes son los recuerdos de aquellos que hicieron vibrar con sus hazañas a los inundados. Son los que empujan a los baluartes de hoy: Hourcade, Polack, Napoli, Escobedo, Miranda Moreira, etc.
Esos duendes, no son ni más ni menos que la historia de Dock Sud, cuyo recuerdo lejos de perderse en la nebulosa del tiempo, se hace presente cada sábado, y empuja al equipo y a la gente en el Estadio de los Inmigrantes.
José Galoppo
Nota: Agradezco la colaboración de: Hector Francisco Marinovich, Pitu de Solano, Dock Sud, Beto del Docke y Jorge Javier Fernandez.
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