lunes, 15 de junio de 2015

CUENTO: EL DÍA DEL ARQUERO

Que a los periodistas nos gusta copiar, adaptar y escribir, además de hablar, no es ninguna novedad. En estas páginas lo tenemos a José Galoppo, aunque también están Alfredo Grimoldi (su libro saldrá en poco tiempo más) y Nicolás Souto (también cuenta con gran imaginación). Esta vez decidí subir una adaptación, que hice hace ya un tiempo, y cuenta sobre el "puesto más ingrato en el fútbol". Lo comparto con ustedes.

EL DÍA DEL ARQUERO

(Adaptación libre basada en un segmento del libro “EL DÍA DEL AREQUERO”, de Juan Sasturain)

                                           Ilustración de Roberto Fontanarrosa en el libro original

Si un equipo de fútbol logra el triunfo, todos se acuerdan del goleador y él se roba las notas. Nadie va con quien se revolcó durante una hora y media. En cambio, si ese mismo equipo pierde, todas las críticas caen sobre su persona, pero ninguno hace referencia sobre “los burros” que no acertaron una en el arco contrario.
Es el puesto más ingrato en el fútbol. El arquero sufre, padece y reniega de las barbaridades cometidas por sus compañeros. Ser arquero de fútbol no es para cualquiera. Vayamos por partes: El arquero nace, no se hace. En otros tiempos, si el niño dueño de la pelota no mostraba virtudes con sus piés, jugaba pero iba al arco. Si tenía unos kilos de más que no le permitían llegar a un cruce o gambetear a un rival, su lugar estaba en el arco.  Siempre fueron pocos los que pedían atajar y sostener desde los tres palos al equipo.  Las virtudes de mantener rápidos los reflejos , de seguir atentamente el balón, salir y descolgar un centro, etc., se traen desde la cuna.

Por otro lado, los apodos de “mágico”, “bombardero”, “lírico” o “jogo bonito” le caben solamente a jugadores de campo. En cambio, “pulpo”, “araña”, “gato” o de cualquier bicho que camine, o los deprimentes “manos de manteca” o “sin dedos” le vienen al dedillo. Pese a todo, el arquero se los banca estoicamente.


Su posición en la cancha es de  espaldas a la tribuna y soportando el más variado repertorio del vocabulario universal: Desde los recuerdos más diversos para sus familiares cercanos hasta los sensibles movimientos de su compañera mientras él juega un partido. Sin olvidarse que es el primero en recibir los pesados regalos que los hinchas arrojan al campo de juego. Y siguen firmes en su puesto.
Otras variantes son las definiciones sobre su nombre: Arquero..¿Arquero de qué?, guardapalos…ni pensarlo; la acertada inglesa de “goalkeeper”, la traducción mexicana de “guardameta” o la insoportable gallegada de “portero”, ni que fuesen afiliados al sindicato de “manguereadores  matutinos” de vereda.

Ser arquero en el fútbol es un sentimiento; Es la emoción de vivir el deporte……Además, el tipo empilcha  distinto a los otros diez tarambanas que tiene que correr detrás de una pelota, ¡y la puede agarrar con las manos!.


Por eso, desde la sabiduría del gran Amadeo, las manos del “pato” Fillol, pasando por el poderío del “cacique guaraní”  Chilavert y los penales atajados por “Goyco” en el mundial del ’90, hasta llegar a los goleados arqueros del Club Sports de Salto Argentino o de Defensores de la Buena Parada de Río Colorado, pido y casi que exijo que se declare, de una vez por todas, “el día del arquero”.
No en vano, un día como hoy pero de 1985, luego de una brillante estirada, dejé dos dientes contra el poste del arco de la canchita de F.C.Urquiza en Villa Lynch........  “Pero la saqué al corner y ganamos el partido”.

                                         Alfredo Nicolás Armiento

Nota: La versión es libre, adaptada de los escritos originales. Imágenes originales de Roberto Fontanarrosa y otras obtenidas de Google. Nota publicada en www.rda365.com.ar.

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