domingo, 4 de febrero de 2024

UN SUPERHÉROE DEL FÚTBOL

(Dedicado a mi abuelo, que como buen racinguista disfrutó verlo jugar)

Seguramente si Homero Simpson fuera hincha de Racing diría: "¿Corbatta era Oreste Osmar? Y yo le decía Orestes Omar", y se agarraría la cabeza. Más allá de la humorística referencia, si hubiera que definir al gran Oreste Corbatta (también conocido como Cusa, el Loco, o Arlequín), podríamos decir que fue una mezcla de wing y dibujito animado, porque era desfachatado e impredecible, con la picardía del Pato Lucas, la velocidad de Speedy González y los poderes mágicos de cualquier superhéroe. 

El pibe que nació en Daireaux, al oeste de Buenos Aires, que creció en La Plata y comenzó a jugar al fútbol en Juverlandia de Chascomús, se consagró en Racing con su juego impredecible en la raya derecha, haciendo las delicias de su hinchada y de la contraria. Así, se convirtió en ídolo albiceleste, ganando dos campeonatos y llegando a la selección nacional, donde su gol a Chile en 1957 mereció la portada de la revista "Time", definiendo frente al arquero trasandino Quitral, y ante la mirada del Mono Zárate y del Beto Menéndez. 

Sin embargo, a veces el superhéroe devenía en una suerte de Garrik del fútbol, que bajo la máscara alegre ocultaba una profunda tristeza y melancolía, la cual lo llevaría a los excesos y a arruinarse a sí mismo. 

De Racing pasó a Boca, donde tuvo de compañeros a Antonio Roma, Antonio Rattin y Ángel Rojas entre otros, y ganó dos torneos más. Luego fue a Colombia, y se convirtió en ídolo de Independiente Medellín junto a Perfecto Rodríguez y Omar Devani, pero allí comenzó a desbarrancar su vida.

Como muchos jugadores, sus últimos destellos los desplegó en el ascenso, en San Telmo, donde a pesar de jugar solo una temporada se ganó el cariño del pueblo candombero junto a Pandolfi y Monteleone. 

Y como muchos otros, cerró su vida deportiva en las ligas regionales, concretamente en Río Negro. Murió hace 32 años, solo y olvidado por el mundo del fútbol, pero aún sigue vivo en la retina, el corazón y la memoria de aquellos que tuvieron la inmensa fortuna de verlo jugar. 

                 José Galoppo

Nota: Las fotos fueron obtenidas de Google.

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