No es nuevo; hay hinchadas de equipos en el ascenso que son muy problemáticas. Ya hablamos de Almirante Brown, que lo bueno desarrollado en el campo de juego se ve ensombrecido por los inadaptados que se hacen llamar simpatizantes. Ahora el turno es de Nueva Chicago, que cuenta con un grupo de enrgúmenos que creen que le hacen un favor al club y lo único que hicieron fue mandarlo de la A a la B por su comportamineto.
Lo ocurrido en una supuesta reunión en el polideportivo del club no es extraño para quienes seguimos el ascenso a diario. Y, como dije antes, no es lo que queremos mostrar.
El presidente, ahora con licencia, era barrabrava. Los unió en el lugar equivocado y terminó como debía terminar: Mal y a los golpes. Con un muerto de una de las fracciones y el aviso de venganza por parte de la otra fracción. ¿La seguridad?. Bien, Gracias.
Hechos lamentables van a seguir ocurriendo. No basta con aumentar los efectivos en un operativo de seguridad ni con suspender el estadio o jugar a puertas cerradas. Hay que tomar una decisión política de terminar con esto y no la hay a corto plazo.
Para mejor, uno de los centros asistenciales que más trabajo tiene en Capital Federal, como es es Hospital Santojani, se vió avasallado y convertido en tierra de nadie por estos psaudohinchas.
Es hora de tomar medidas en serio y que la sientan los clubes que promueven estos acontecimientos.
Es el momento de parar la pelota y revisar todo lo que mueve el fútbol de ascenso. Si hay clubes que tienen que desaparecer del mapa futbolístico, que desaparezcan. Es hora de sacar a todos los dirigentes inescrupulosos e ineficientes.
No a las "barras bravas"; no a la convivencia entre policía y energúmenos disfrazados de hinchas.
Terminemos ya; estamos cansados de soportar estos hechos en el fútbol todo y, particularmente, en el ascenso.
Alfredo Nicolás Armiento
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