Nuestro camino recorrido.....

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Tres de Febrero, Prov. Buenos Aires, Argentina
Nacimos hace 32 años por la pasión que nos unió con el fútbol de ascenso. Fue un largo camino recorrido donde no todas fueron buenas, pero le hicimos frente a las adversidades y seguimos en el aire. En nuestro espacio vas a encontar a todos los que comparten esta extraña pasión pero no verás jamás a aquellos "personajes" que se creen dueños de instituciones y utilizan métodos antisociales para creerse importantes ni a sus "padrinos", que los usan para determinados fines y luego no saben como manejarlos. Para aquellos que lejos están del "glamour" de la primera división y del dinero de "fútbol para todos"; para aquellos clubes pobres de corazón grande; para los que semana tras semana dejan cosas suyas para seguir sanamente los colores de su alma y para todos los que se identifican con el "viejo fútbol de los sábados"......Sí, para ellos, va dedicado nuestro programa radial y, ahora, nuestro blog. Gracias.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

EL LUMPEN DEL ARCO (PARTE 1)

Es importante que los periodistas, y los deportivos especialmente, no nos encerremos solamente en "la pelotita" e incursionemos en otros ámbitos. En ese otro camino está metiéndose  José Galoppo. Hoy, la primera parte de un relato que combina fútbol de ascenso, suspenso y hechos policiales.

EL LUMPEN DEL ARCO

El puesto de arquero es, tal vez, el más especial del fútbol. Durante 90 minutos los tres palos dependen de ellos, y si alguna vez Bonavena dijo que en el ring al boxeador "le sacan hasta el banquito", habría que decir que los arqueros están solos ante una multitud que, como en el circo romano, les puede subir o bajar el pulgar.


A lo largo de la historia, hubo de todo en el arco: Cracks y mediocres, voladores y estáticos, salidores y quedados, concentrados y laguneros. Algunos de ellos tuvieron trágicos destinos: Asesinados (Pezzano); suicidas (Ibarra y Schulmeister); enfermos (Eberto); desaparecidos (Piovoso y Tamburrini) o acusados (Andrada).
Esta es la historia de un muchacho nacido en un barrio humilde que, buscando una salida, trató de ser arquero; y al que el destino le marcó el infortunio y el olvido.
Lihuel Clavijo nació en San Martín (Buenos Aires), y se crió en Ciudad Jardín del Libertador (o barrio Libertador, o Liberta, como usted prefiera), una localidad de 60.000 habitantes (la más poblada de dicho distrito), situada entre el camino del Buen Ayre y la avenida Márquez, cerca del río Reconquista. Un proyecto de ciudad jardín, del que solo quedaron las flores en los nombres de las calles.


Lihuel (o Lichu) creció en una familia de muchas carencias, económicas y afectivas, y lo que no aprendía en el colegio (el que terminó a duras penas) lo aprendía en la calle; lo bueno y lo malo. Una tarde, luego del catecismo en la capilla del barrio, lo mandaron a jugar de arquero. Y la rompió, sintió que eso era lo suyo. De la capilla, pasó al baby fútbol, donde pulió su estilo pero no su personalidad camorrera y de mal genio infernal.
Intentó probarse en Chacarita, no pudo; pasó a J. J. Urquiza, tampoco lo logró; fue a Central Ballester con mucha menos suerte... Hasta que, de última, llegó a Juventud Unida y allí lo aceptaron.


Una tarde de lluvia y barro en el Franco Mugeri, el arquero titular del Lobo, Murguía, se lesionó. Entró por él Clavijo, y atajó todo lo que venía, y se arrastró por el fangoso terreno con naturalidad. Al punto que la Revista del Ascenso lo bautizó con el nombre de una película: "El niño de barro".
De a poco, "el Lichu" se hizo titular en los pagos de Muñiz, y tras unas buenas campañas, y cuando era pretendido por la UAI Urquiza, llegó la final con Riestra por el ascenso.  Y en el último minuto, el tiro de Galván, delantero riestrense, no pudo ser detenido por Clavijo y significó la derrota. Luego de ese fracaso, la relación con los hinchas no fue la misma, y en varias oportunidades se carajeó con ellos, alambrado por medio.


La prensa lo defenestró, perdió el puesto y ya no lo llamaban "niño de barro", sino "lumpen del arco". Pero el infortunio todavía estaba por llegar, ya que tras varios meses, volvió al arco contra Alem, y quedó lesionado en un choque con un atacante lechero. Pasó varios meses afuera de la cancha, y cuando volvió ya no era el mismo. Sin mucho que hacer, volvió a las malas compañías, y terminó en la cárcel.
Finalmente, salió en libertad, y volvió a su viejo barrio. Aunque él ya no era el mismo. Ahora es pastor evangélico, y de su pasado como arquero, prefiere no hablar...

CONTINUARÁ...

                              José Galoppo

Nota: El relato es pura ficción. No está inspirado en caso real alguno y solo algunos nombres pueden coincidir con la realidad.

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