La historia de hoy es la de un hombre
que, a pesar de sus éxitos deportivos, anduvo entre el cielo y el infierno del
cual pudo salir. Se llama Daniel
Luis Kuchen. Nació en la provincia de Santa Fe el 2 de julio de 1960 y
comenzó a jugar en las inferiores de Rosario Central, debutando en 1981.
Alternó la marcación de punta con Juan Carlos Ghielmetti, José Di Leo, Alfredo
Killer, Jorge García y Daniel Riquelme; y la zaga central con Edgardo Bauza,
Oscar Craiyacich y Jorge Balbis.
Sus buenas actuaciones lo afianzaron
como titular y hasta fue convocado a la selección. Sin embargo, se fue de
Central tras el descenso en 1984. Pasó a Quilmes en 1985, donde se recuerdan
sus tiros libres; al Júnior de Barranquilla en Colombia, Armenio y Ferrocarril
Oeste. Jugo 239 partidos y marcó 14 goles.
Su carrera se vio ensombrecida por su
trágica vida personal: se retiró a los 30 años por una lesión, su padre murió
cuando él era chico, su madre y su hermana se suicidaron y él mismo intentó
quitarse la vida. Ante este infierno personal, se volcó a la Iglesia evangélica
junto a su compañero Silvano Espindola y pudo reconstruir su vida, siendo hoy
predicador en Rosario.
Si Perfumo fue el Mariscal y Passarella
el Kaiser, Daniel Kuchen puede ser el Pastor del Área, un triunfador en el
partido más difícil: su propia vida. Moraleja:
“Contra las cuerdas siempre hay una
salida”.
José Galoppo
Nota: Las fotos fueron obtenidas de
Google.
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