Cuando uno recorre las empinadas calles, sus barrancas y empedrados, y siente la brisa del río en la cara, se da cuenta que Belgrano es un mundo integrado por pequeños mundos. Y uno de esos mundos es el Bajo Belgrano, y dentro de ese mundo está el reducto de Pampa y Miñones, y dentro de ese reducto está Excursionistas, el símbolo del barrio. Cuando entro alli, surgen los recuerdos en verde y blanco.
Porque Excursionistas es un símbolo del Ascenso, un club que tiene una rica historia y que ha dado al futbol nombres como Bellis, Dotto, los hermanos López, Houseman, Menconi, Szeszurak y Della Marchesina. Y que en el arte tiene simpatizantes del renombre de Copani y Kusturica.
Sin embargo, en estos últimos años Excursionistas ha tenido una caida libre constante, pasando de estar en la Primera B a penar en la C, y hasta a veces luchar por no caer entre los últimos.
Algún supersticioso dirá que los verdes del bajo estarían engualichados, aun cuando no demos crédito a los fatalistas que solo ven maleficios, hay que decir que Excursio ha tenido varios golpes y tragedias en estos últimos 40 años.
Porque en efecto, en octubre de 1972 la derrota con All Boys no solo marcó el ascenso para los de Floresta, sino también el inicio de la caída de los del bajo. De allí en mas recién volvió 23 años después a la B, para volver a caer. Y en el medio,finales perdidas como la del 83 con Talleres y la del 2010 con Barracas, y cuando el 2000 parecía ganarlo todo, perdió por culpa de su barra.
Entrada al reducto de Pampa y Miñones. ¿Vivirán allí las brujas?
Y también tuvo algunas tragedias. Algunos de sus hinchas murieron en circunstancias desgraciadas, y una bandera los recuerda en el reducto.
Pero tal vez su peor tragedia fue cuando su ex jugador Guillermo Daus, se encontraba con sus compañeros de un equipo griego de pretemporada en Chipre cuando los turcos en 1974 invadieron la isla a sangre y fuego. Daus fue uno de los 1.600 desaparecidos de aquella invasión, y muy probablemente uno de los oficialmente 5.000 muertos.
Cae la tarde, salgo del reducto de Pampa y Miñones, y me detengo a pensar si acaso existiera un maleficio. Trato de no dar crédito a ello, pero una cosa es cierta: las brujas no existen, pero que (en el bajo Belgrano) las hay, las hay...
José Galoppo
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