Renunció el DT de
la Selección Argentina de fútbol, Gerardo Martino, porque los dirigentes de los
clubes argentinos no cedían a los jugadores convocados para formar el equipo
que competiría en Río 2016. El fútbol era candidato a obtener una nueva medalla
olímpica para el deporte nacional, pero ahora se abre un manto de dudas con su
participación en los juegos.
Cuando no se ganan campeonatos, la opinión pública, esa
que se erige en técnico especializado en cualquier deporte con posibilidades de
triunfo, pide cortar “cabezas” de las principales figuras. Nunca de dirigentes
inescrupulosos.
En un país deportivo exitista como es Argentina, nadie
valora los proyectos a mediano y largo plazo ni a los que exponen su carrera
para desarrollarlos. Incluso nosotros, los periodistas, demostramos que muchas
veces no estamos a la altura de informar correctamente lo que se está haciendo.
Me ha pasado que por decir que el ENARD fue el mejor logro del gobierno
anterior me tildaran de “oficialista”, y por opinar que Martino era la mejor
opción para la selección de fútbol me
pusieron el rótulo de no saber nada sobre este deporte (justo después de haber
jugado 16 años y tener título de DT Nacional de fútbol reconocido por AFA y
FIFA). Nadie se mete con los “capitostes” que hundieron, año tras año, a
nuestro fútbol.
En la editorial de los programas radiales que me toca
conducir hice mención a la pérdida de la final del mundial, de la Copa América
2015 y de la Copa América del Centenario 2016 diciendo que no eran casualidad sino causalidad estos
resultados. Todo es por causa del desmanejo dirigencial de AFA, de las
apetencias personales de tipos que nos robaron el dinero público, de haber
desmantelado un trabajo a conciencia realizado con los juveniles y a la
negativa de convocar a ciertos técnicos y jugadores porque alguna vez le
iniciaron acciones legales por falta de pago a quienes se creen dueños del
deporte más popular en el mundo. Por eso no me sorprende lo ocurrido con el
seleccionador nacional.
Antes de la Copa América del Centenario se habían
confeccionado dos listas de jugadores: Una para dicha Copa y otra para los
Juegos Olímpicos. Para estos últimos debían ser jugadores menores de 23 años,
con la posibilidad de convocar a tres mayores. Pero los JJ.OO. no son
considerados como competencia oficial por la FIFA, entonces se dependía de la
buena voluntad de los clubes para ceder a los jugadores citados. ¿Por qué no es
oficial para la FIFA?. Porque no lo organizan ellos, no pueden coimear a las
ciudades candidatas ni quedarse con los dividendos que resultan de la justa
deportiva y el merchandaising de la misma.
La función del técnico es convocar y entrenar, no
mantener las relaciones institucionales. Para eso están los dirigentes. Pero
vaya sorpresa, los que en teoría manejaban (o dicen manejar) la AFA no hicieron
nada por la selección y sí continuaron discutiendo entre ellos por la guita que
pretendían sacarle al Gobierno para iniciar el campeonato de fútbol, buscando
jugadores para sus equipos y peleando por quedarse con una porción de torta de
la futura “superliga” o de la muy lejana “nueva AFA”. Nadie, ni el encargado de
las selecciones nacionales, “Chiqui” Tapia, ni el presidente residual o los
veedores o interventores (como lo quieran llamar) se encargó de negociar con
los clubes para tener los jugadores a disposición de la Selección Olímpica
Nacional de fútbol.
La conclusión es que, a menos de un mes del comienzo de
los juegos, el “Tata” Martino solo contaba con ocho jugadores para entrenar y
conformar un equipo. Y esa fue la gota que rebalsó el vaso. Ni qué decir de los
varios meses de sueldo que le deben. Entonces: ¿Cómo no va a renunciar al
técnico?. ¿O es que muchos querían que se vaya y no hicieron nada a propósito?
(O hicieron mucho). Además había otro problema: ¿Ante quién presentaba la
renuncia?, porque Presidente de AFA no hay, al menos confirmado. Se la presentó
al Director de Selecciones Nacionales, Claudio Tapia, que llamó a Luis Segura
(nunca cortó ni pinchó) y entre ambos intentaron convencerlo para seguir en el
cargo.
Carlos McAllister, Secretario de Deportes de la Nación, y
Gerardo Werthein, Presidente del Comité Olímpico Argentino, comenzaron a
declarar en contra de los desmanejos de AFA hasta el punto de hacer peligrar la
participación del fútbol en Río 2016. Argentina es candidato a quedarse con una
medalla en este deporte (ya ganó dos de oro y dos de plata) pero sin jugadores
no se puede participar. Sin DT, mucho menos. Para agravar el tema, no hay técnicos
de selecciones juveniles confirmados y solamente estaba el “Vasco” Julio
Olarticoechea en forma interina, con la selección femenina y con la del
ascenso. Obviamente, fue nombrado para la Selección Olímpica. Un solo bombero
para tanto fuego.
Seguro que si el resultado no es la medalla dorada lo van
a crucificar en el obelisco.
Ninguno de los dirigentes de nuestro fútbol evaluaron su
comportamiento y solo atinaron a criticar y a intentar poner un nuevo DT amigo.
Ellos negaron jugadores a la selección aduciendo que los trabajos de
pretemporada y participaciones en distintos torneos les hacía imposible
cederlos. Son los mismos que después se quejan porque no los convocan; pero eso
es porque si no son jugadores de selección su precio en el mercado disminuye.
Y para cerrar este circo que es el fútbol argentino,
apareció Diego Maradona. El otrora mejor jugador, balbuceando más que pudiendo
hablar coherentemente, se ofreció ante los veedores (todavía nadie sabe qué es
lo que pueden y deben hacer) para ayudar al “Vasco” Olarticoechea con el
plantel que pueda llegar a ir a los juegos. Gratis seguro que no.
Si la Asociación
del Fútbol Argentino es el Titanic, Maradona es el iceberg con el cual chocó.
Ya lo demostró entre el 2008 y el 2010.
¡Qué alguna vez reine la coherencia en nuestro fútbol y
podamos disfrutar de algún triunfo producto del buen trabajo realizado!. Amén.
Alfredo Nicolás Armiento
Nota: Las fotos que ilustran la nota fueron obtenidas de Google.
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