Amor y paz (Un hippie en el ascenso)
Allá por los años 60, el llamado periodismo que seguía ciertos colores, vulgo partidario, no se había desarrollado en el fútbol argentino.
Allá por los años 60, el fútbol de ascenso solo era seguido de forma limitada en gráfica y radio. No había aparecido NUESTRO ASCENSO, y menos aún SOLO FÚTBOL. El fútbol de los sábados solo era seguido por unos pocos elegidos, unos fieles seguidores y unos locos lindos.
Esto viene a cuento porque existió un personaje singular: Ricardo Amoretti. Más conocido como Ricky. Era un joven nacido en Temperley y, obvio, hincha del Celeste.
Ricardo "Ricky" Amoretti
Pero sus intereses y gustos iban más allá del fútbol: Era un simpatizante del amor y de la paz en el mundo, vulgarmente denominado hippie. Se lo podía ver con sus compañeros en plaza Francia, o en la platea del Beranger, mirando partidos con una flor en la oreja, o tratando de calmar a un plateísta iracundo con jugadores, técnicos y/o árbitros. No comía choripanes (como buen hippie, era vegetariano) y solo bebía jugos en los estadios.
El caso es que un día, miró el Festival de Woodstock y quedó alucinado. Se propuso recrearlo, tratando de unir a todos los periodistas de los clubes de ascenso en un ambiente de amor, paz y armonía, en un pic-nic en el complejo Rutasol. Quería un encuentro multicolor, ya que había invitado a cada uno a llevar la camiseta de su equipo. Vaya objetivo, ¿no?
El camioncito que usaba para ir a ver al celeste
Pero claro, lo que no previó Ricky era que la cosa empezaría con picas que venían de antes entre los propios partidarios, seguiría con voladuras de migas, pasando a insultos y terminaría finalmente con voladuras de mates, termos y vasos, sin contar puñetazos.
El pobre Ricky se subió a una silla y pidió paz y armonía, mientras volaban vasos, termos y sillas... alguna de las cuales ligó en su cabeza.
Pasaron los años...
Se desbandó su encuentro de periodistas del ascenso
Algunas tardes, en la platea del Beranger, se suele ver a un señor de anteojos,
pelo largo y canoso, de camisa descolorida, tratando de calmar a un plateísta
iracundo con jugadores, técnicos y/o árbitros. No come choripanes y solo bebe
jugos en los estadios.
Moraleja: "A menudo somos tan idealistas, que nos golpeamos muy fuerte al chocar contra el muro que impone la realidad".
Moraleja: "A menudo somos tan idealistas, que nos golpeamos muy fuerte al chocar contra el muro que impone la realidad".
José Galoppo
Nota: Las imágenes no se condicen con la realidad.
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