Aunque esta historia no habla del fútbol argentino y
menos del ascenso, si tiene una característica que tuvo el fútbol siempre: la
comunión entre padres e hijos. Y por el día del padre, es nuestra forma de
saludar y recordar a nuestros queridos viejos.
El autor es Alberto Raimundi, relator partidario de Gimnasia y Esgrima de La Plata.
El autor es Alberto Raimundi, relator partidario de Gimnasia y Esgrima de La Plata.
AQUELLA NOCHE
(por Alberto Raimundi)
No recuerdo exactamente si tenía 6 u 8 años, lo que sí recuerdo es que estábamos vacacionando con toda la familia en Piriápolis, un mes de enero. Mi papá me preguntó una tarde: "Albertito, ¿Vamos al Estadio a ver a Peñarol esta noche? Juega por la liguilla contra Progreso...", "Sí viejo, vamos", le contesté.
Arrancamos antes del atardecer con el Falcon de mi papá y agarramos esa hermosa Interbalnearia rumbo a la mágica Montevideo, los dos solos. Era una tarde espectacular, de esas que abundan en enero en Uruguay, hacía calor pero estaba bárbaro, ni una nube y un sol gigante allá arriba.
Sacamos Tribuna América (en mi primer visita al Centenario
habíamos ido a la Amsterdam). Ya era de noche. Los altoparlantes del Centenario
anunciaban los equipos y pasaban avisos. Enfrente, en la Olímpica, estaba la
Torre de los Homenajes, símbolo del Estadio Centenario, me quedé mirándola
muchos minutos.
A mi derecha, la Amsterdam, colmada de hinchas de
Peñarol, al igual que en la Olímpica y en la América, donde estábamos nosotros.
Pasaban los vendedores de Conaprole, mi papá me compró un Sandwich Helado, toda
una novedad para mí, y después una Coca.
Miraba para arriba, atrás mío, y estaban las cabinas de
transmisión del Estadio Centenario, llenas de esos personajes muy particulares
que son los periodistas deportivos uruguayos. A mi izquierda, la Colombes,
vacía, pero sobre ella el famoso PLACARD, ese que cuando escuchaba la radio
nombraba el relator diciendo "...y que indica el Placard???".
El partido terminó 2 a 2, en ese momento poco me
importaba, a pesar de tener ya en aquellos tiempos un cariño muy especial por
el Club Atlético Peñarol, heredado de mi viejo y que aún conservo.
Lo que viví aquella noche, constituye uno de los
recuerdos más lindos que tengo de mi infancia, me marcó para siempre, por el
simple hecho de compartirla mano a mano con mi papá y porque esa noche, estoy
seguro, me terminé de ENAMORAR (literalmente) de sus tradiciones más sagradas,
como sin dudas lo es el fútbol.
José Galoppo
Fuente: http://don-carlos-sole.blogspot.com.ar
Nota: Las imágenes fueron obtenidas de Google y son solamente para ilustrar la nota.
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