BRASIL 0 - 3 HOLANDA
Es el partido que nadie quiere jugar en los mundiales de cualquier deporte. Es el que pone, frente a frente, a los últimos perdedores; a aquellos que no pudieron pelear por lo máximo. Los ánimos llegan por el piso, se recurre a aquellos suplentes que no tuvieron mucha participación y, generalmente, el partido se pierde en la intrascendencia. A este tipo de encuentro llegaban el local, Brasil, humillado y vapuleado por Alemania, y Holanda, el freezer naranja que no pudo con la estrategia "sabeliana" de Argentina y, por una vez, sintió una "calentura extrema".
Los holandeses salieron como siempre, queriendo ser protagonistas, y lo fueron. A los dos minutos, por la insólita decisión del juez argelino Haimuodi, Van Persie tuvo la gran posibilidad de poner en ventaja a su equipo desde los doce pasos. No la desaprovechó, 1-0, y comenzaba a vapulear a Brasil.
En otra discutida acción, esta vez con la complicidad del asistente Etchali, Blind pone el 2-0 (estaba en off side en el comienzo de la jugada) y desarmaba completamente a Brasil.
Por lo que se veía en el terreno de juego, el equipo de Scolari no podía hacer nada si Holanda no lo dejaba; aun así, cuando lo dejó, no supo qué hacer, entonces el resultado final estaba más que claro a solo media hora de juego. Nada parecía poder revertir este anunciado final para el equipo local.
No mostraban ideas los jugadores brasileños; se los notaba golpeados por el resultado anterior y muy dispersos en este compromiso. Holanda se floreaba por momentos y, la sensación flotaba en el ambiente, de una nueva goleada en contra del scratch.
Se apiadaron los súbditos de Máxima, ya que durante el segundo tiempo no hicieron más que aproximarse al área brasileña y volver hacia atrás para hilvanar otra jugada; "perdón con códigos" se le dice. El único desaforado que quería más, y se lo pedía a sus jugadores, era el DT Louis Van Gaal. No dejaba de dar instrucciones, de pedir más ataque y recriminar cada gol perdido.
Pudieron ser muchos, es verdad; pero, ¿Para qué?; si todo estaba definido y el "velorio verdeamarelo" ya había comenzado.
Holanda juega bien, es un muy buen equipo y tiene claro el objetivo que busca. Claro, les falta algo que sí tienen otros conjuntos, tal vez más limitados en técnica, y es el amor propio. En algunos casos Robben y en otros Blind o Snajder, hacen alguna diferencia, pero nunca rompen los esquemas y no sienten la "llama caliente en el pecho" que te hace ser distinto. Mientras sigan así, las finales y los grandes logros le serán esquivos. Le hace falta el toque sudamericano de improvisación.
Este Brasil no es el Brasil que conocí. Cinco copas del mundo, cientos de títulos en su historia, miles de jugadores en todo el mundo, y el Sr. Felipe Scolari quiere presentar un equipo trabajado a la europea; resultadista, esquemático y apático, reñido con las costumbres del "jogo bonito" admirado en todo el mundo. Hacer algo así, es traicionar el gusto y el sentido práctico del fútbol lúdico; es tirar todo el prestigio ganado en 180 minutos.
Falta de compromiso, pocas ideas, dependencia casi exclusiva de un jugador y el no poder expresarse libremente en la cancha es lo que hundió a este equipo.
Brasil tendrá que trabajar mucho para volver a ser el que fue. Material tiene de sobra, pero no se le puede cambiar el ADN del fútbol.
Ah, me olvidaba, el partido por el tercer puesto terminó 3-0 porque Holanda decidió, a los 46´ del segundo tiempo, concretar en la red de Julio Cesar una jugada muy buena que merecía ser gol y lo fue.
Alfredo Nicolás Armiento
Nota: Las imágenes son capturas de TV.
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