Nuestro camino recorrido.....

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Tres de Febrero, Prov. Buenos Aires, Argentina
Nacimos hace 32 años por la pasión que nos unió con el fútbol de ascenso. Fue un largo camino recorrido donde no todas fueron buenas, pero le hicimos frente a las adversidades y seguimos en el aire. En nuestro espacio vas a encontar a todos los que comparten esta extraña pasión pero no verás jamás a aquellos "personajes" que se creen dueños de instituciones y utilizan métodos antisociales para creerse importantes ni a sus "padrinos", que los usan para determinados fines y luego no saben como manejarlos. Para aquellos que lejos están del "glamour" de la primera división y del dinero de "fútbol para todos"; para aquellos clubes pobres de corazón grande; para los que semana tras semana dejan cosas suyas para seguir sanamente los colores de su alma y para todos los que se identifican con el "viejo fútbol de los sábados"......Sí, para ellos, va dedicado nuestro programa radial y, ahora, nuestro blog. Gracias.

domingo, 16 de julio de 2017

EL AMULETO DE ITALIA 90

CARLOS BARULICH: EL AMULETO DE ITALIA 90 

Continuando con los homenajes a grandes periodistas, o por lo menos rescatar sus recuerdos, hoy les traigo un recuerdo singular.
Para muchos, el nombre de Carlos Barulich, periodista nacido en Pujato (Santa Fe), en una familia de inmigrantes croatas, nos retrotrae al staff de ATC Deportes de los años 80, junto a Enrique Macaya Márquez, Mauro Viale, Oscar Gañete Blasco, Horacio de Bonis, Guillermo Cánepa, José Almozny y otros. Juntos hicieron un programa llamado "Encuentro Deportivo" y los albores de "Fútbol de Primera".

Pero también fue protagonista de una historia singular, que él contó en primera persona, y que con su autorización se las comparto a ustedes, como recuerdo para este gran periodista que supo tener un lugar en la prensa nacional. 


“HACE VEINTISIETE AÑOS FUI PERIODISTA, Y TAMBIÉN AMULETO DE LA SUERTE Y MANOSANTA”
(Fuente: facebook de Carlos Barulich)


Ese mundial fue transmitido en forma exclusiva por ATC (hoy TV Pública), y en todos los partidos estábamos Antonio Carrizo, Mauro Viale, Guillermo Cánepa, Edgardo Antoñana, Omar Gómez Sánchez y yo. Y en el primer partido, tras la derrota con Camerún, advertí que Mauro y los demás muchachos estaban tristes, descorazonados y con caras de decepción. En el corte inmediato al final del partido, les empecé a hablar poniéndome las pilchas de “argento”, diciéndoles, entre otras cosas “nosotros somos Argentina, venimos de ser campeones, estos muchachos lo van a sacar adelante, yo les apuesto que llegamos a la final”.


Cuatro días después, el rival era la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que dejaría de existir como tal al año siguiente), y al arrancar la emisión fui redoblando la apuesta, ante la cautela de mis compañeros de mesa. Argentina ganó dos a cero y después igualó con Rumania. Venía todo bien, pero el rival en octavos era nada menos que Brasil, y Argentina estaba emparchado, el tobillo izquierdo de Maradona era un pomelo enorme, y sólo un gigante como Diego podía salir a la cancha ese día. Y Brasil atacaba y atacaba y Argentina no hacía pie. En el entretiempo, Antonio Carrizo, que siempre se sentaba a mi lado, me puso la mano en la rodilla y me dijo: “Tengo ganas de irme a mi casa, qué dice usted Barulich?”. “Me extraña Antonio, hasta la final no paramos”. Confieso que ya no me quedaba demasiado optimismo en los bolsillos. Pero…cuando faltaba poco, gran jugada de Maradona, pase fantástico entre tres brasileños a Caniggia que esquiva a Taffarel y gol. Y Argentina pasó a cuartos de final. Media hora después, me avisan que había una especie de manifestación frente al canal, en la puerta de Figueroa Alcorta. Me asomé y salí a la vereda. Y no podía creer lo que sucedía. La gente venía a sacarse fotos conmigo, y me tocaba, y yo me sentí Ceferino Namuncurá. Y juro que me asusté. Y ese día, y al día siguiente, y los demás días, viví cosas que jamás había imaginado.


En cuartos de final fue empate con Yugoslavia, y antes de los penales me vi obligado a inyectar nuevas dosis de optimismo, mientras seguía bebiendo ginebra como si fuera lo que realmente era, agua. “Tranquilos que pasamos a cuartos de final, no podemos perder por penales”, les dije a mis compañeros y a los millones de televidentes. Cuando Diego erró el tercer penal de Argentina, sentí las miradas de mis colegas, pero seguí con la cara de optimismo. El penal siguiente lo ejecutó Pedro Troglio y pegó en el palo. Me quería morir allí nomás, pero disimulé y no cambié la cara de optimismo, y empecé, en silencio, a rogarle al Vasco Goycochea que me salve y nos salve. Mauro Viale ya se quería ir. Y atajó el Vasco. Llegó el turno de Gustavo Dezotti y lo hizo, y acto seguido otra vez el Vasco.
 Cuando arrancamos la transmisión, yo adopté una posición más cauta y los teléfonos empezaron a sonar. “¿Por qué Barulich hoy no está tan eufórico?”, preguntaban a los telefonistas. 

“Hoy pasamos a la final Mauro”. “Pero mire que es Italia y son locales”, me respondió Viale. Y tomé más “ginebra” que nunca. “Ojo que Diego es local en esa cancha”, tiré como al pasar, y no estaba equivocado. El partido se jugó en el San Paolo, o sea, en la casa de Diego.


Obviamente antes de los penales les dije a mis compañeros que el Vasco nos salvaba otra vez. Y también a los televidentes. Y la historia tiene un final conocido, las dos atajadas del Vasco ante Donadoni y Serena provocaron el célebre “siamo fuori” de los italianos. Cuando se encendió la cámara del estudio, sorpresivamente y en medio de tanta euforia -lo que hizo que no escuchara ni viera al asistente de dirección-, apareció la imagen de mi abrazo con el inolvidable Antonio Carrizo, llorando ambos. Esa filmación fue difundida horas después por los canales italianos que mostraban nuestra euforia, poniendo este título en pantalla: “Así son los periodistas argentinos”.
Esos días de “manosanta” son simplemente un recuerdo que se reaviva cada vez que escucho la que fue para mí la mejor canción de todos los mundiales.

                      
                             José Galoppo

Nota: Las fotos fueron obtenidas de Google para ilustrar la nota.

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